17.3.07

Selección Marcial

Libro II

I
En verdad podrías soportar trescientos epigramas,
Pero ¿quién te soportaría y leería, libro, hasta el final?
Y ahora aprende las bondades de un librito breve.
En primer lugar, estropeo menos papel;
Luego, el copista lo acaba todo en una hora,
y no tendrá que dedicarse sólo a mis bagatelas;
la tercera razón es ésta: si te recitan a alguien,
aunque seas malo por completo, no serás odioso.
Te leerá el invitado, mezclada su bebida,
Antes de que la copa comience a entibiarse.
¿Crees estar a salvo con tanta brevedad?
¡Ay de mí, para cuántos, incluso así, serás largo!


Libro III

XLIX
Mario, no sabe, créeme, qué son los epigramas,
quien los llama sólo bromas o pasatiempos.
Bromea más quien describe el banquete del cruel
Tereo o tu cena, crudo Tiestes,
o a Dédalo ajustando las alas líquidas a su hijo
o a Polifemo apacentando ovejas sicilianas.
Toda ampulosidad está lejos de mi librito
y mi musa no se hincha con el loco manto trágico.
“Pero todos alaban aquello, lo admiran, adoran”.
Lo reconozco: alaban aquello pero leen esto.

(Marcial, Epigramas, Plaza & Janés, 2001.)