Si quien ha de pintaros ha de veros,
y no es posible sin cegar miraros,
¿quién será poderoso a retrataros,
sin ofender su vista y ofenderos?
En nieve y rosas quise floreceros;
mas fuera honrar las rosas y agraviaros;
dos luceros por ojos quise daros;
mas ¿cuándo lo soñaron los luceros?
Conocí el imposible en el bosquejo;
mas vuestro espejo a vuestra lumbre propia
aseguró el acierto en su reflejo.
Podráos él retratar sin luz impropia,
siendo vos de vos propia, en el espejo,
original, pintor, pincel y copia.
(Dificultad el retratar una grande hermosura, que se lo había mandado, y enseña el modo que sólo alcanza para que fuese posible, de Parnaso, Francisco de Quevedo y Villegas, Poesía amorosa, Barcelona, Plaza y Janés, 1998)
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