14.5.12

Selección Catulo


Vivamos, querida Lesbia, y amémonos,
y las habladurías de los viejos puritanos
nos importen todas un bledo.
Los soles pueden salir y ponerse:
nosotros, tan pronto acabe nuestra efímera vida,
tendremos que dormir una noche sin fin.
¡Dame mil besos, después cien,
luego otros mil, luego otros cien,
después hasta dos mil, después otra vez cien!
Luego, cuando lleguemos a muchos miles,
perderemos la cuenta para ignorarla
y para que ningún malvado pueda dañarnos,
cuando se entere del total de nuestros besos.

***

Me preguntas, Lesbia, cuántos besos
tuyos me bastarían y sobrarían.
Cuantos infinitos granos de arena Libia
hay en Cirene, rica en laserpicio,
entre el abrasador templo de Júpiter
y la sagrada tumba del legendario Bato,
o cuantas estrellas en la noche callada
contemplan los furtivos amores de los hombres,
tantos besos tuyos bastarían
y sobrarían al loco de Catulo:
así los curiosos no podrán contarlos
ni una malévola lengua hechizarlos.


(Catulo, Poesías, Madrid, Alianza Editorial, 2000)

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