En el ya escrito, el poema que hubiéramos escrito.
En el ya escrito, el poema (potencial), esperando su hacedor.
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Más que escribiendo el poema, manifestarse en aferrar el instante en que el poema quiere ser gestado. El resto dependerá de la resolución, presteza, cautela.
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Como objetos de brillo exterior, e internamente opacos. Y lo opuesto, lo arduo: poemas cuya opacidad con el tiempo se convierte en luz.
(Girri, El motivo es el poema, Corregidor, 1976)
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