17.1.08

Profesional, aficionado

Y sin embargo, un cuarto de siglo no es poco. Por lo pronto, al igual que el mono de "Informe para una academia", cómo aprende uno con tal de proponérselo, o de que lo fuercen. Se termina por conocer la diferencia entre aficionados y profesionales. Entre los que se permiten no ver la precariedad de sus logros, y los que escriben el poema, advierten su insuficiencia, respiran hondo y vuelven a zambullirse. Y se aprende a ser constante (constante, no rutinario), a saber cada vez menos por qué se hace lo que se hace, y a acentuar la convicción de que no se puede hacer sino lo que se hace. Y lo supremamente difícil de garantizar: que el poema logró una coincidencia entre lo que nuestra mente ve en él y lo que los ojos leen.

No hay comentarios: